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Letanías a la Divina Misericordia

Letanías a la Divina Misericordia

Letanías a la Divina Misericordia: un encuentro con el amor infinito de Dios

Las Letanías a la Divina Misericordia son una oración profundamente conmovedora que nos acerca al corazón amoroso de Dios. Estas letanías nos invitan a meditar sobre el insondable misterio de su misericordia, ese amor incondicional que no conoce límites ni fronteras. Rezar estas letanías es abrir el alma para recibir la gracia divina y para experimentar una transformación interior que solo el perdón y la misericordia de Dios pueden ofrecer.

¿Qué son las Letanías a la Divina Misericordia?

Estas Letanías nacen como una respuesta de alabanza y gratitud al inmenso amor que Dios nos ha mostrado a través de su Hijo Jesucristo. Inspiradas en las revelaciones de Santa Faustina Kowalska, apóstol de la Divina Misericordia, estas letanías son un medio poderoso para adentrarnos en la profundidad del mensaje que Jesús transmitió: Dios es misericordia y está siempre dispuesto a perdonarnos y acogernos en su amor eterno.

Cada invocación de las letanías proclama un aspecto de la misericordia de Dios, recordándonos que su amor abarca todos los momentos de nuestra vida, desde la creación hasta nuestra redención y santificación. Estas letanías son una declaración de confianza y una súplica para que la misericordia divina transforme nuestras vidas y las del mundo entero.

La misericordia de Dios: centro del mensaje cristiano

La misericordia de Dios es el núcleo del Evangelio. A lo largo de las Escrituras, vemos cómo el Señor muestra su amor misericordioso una y otra vez, perdonando, sanando y restaurando a quienes se acercan a Él con fe. Las Letanías a la Divina Misericordia nos ayudan a contemplar esta realidad y a profundizar en nuestra relación con Dios, reconociendo que su misericordia es el mayor regalo que podemos recibir.

Jesús mismo reveló a Santa Faustina que su corazón arde de amor por la humanidad y que desea derramar su misericordia sobre todos, especialmente sobre los pecadores. Este mensaje nos llena de esperanza, recordándonos que no importa cuán lejos estemos, Dios siempre está dispuesto a acogernos y guiarnos de regreso a Él.

Reflexionando a través de las Letanías

Cada invocación de las Letanías a la Divina Misericordia es una oportunidad para reflexionar y meditar. Por ejemplo, al rezar «Misericordia divina, fuente de milagros y prodigios», recordamos que Dios actúa en nuestras vidas de maneras asombrosas, brindándonos oportunidades de sanación y renovación.

Estas letanías también nos invitan a confiar plenamente en Dios. Frases como «Misericordia Divina, refugio de los corazones atribulados» nos reconfortan en momentos de dificultad, recordándonos que siempre podemos acudir a Él en busca de consuelo y fortaleza.

Un legado de Santa Faustina

Santa Faustina Kowalska, una humilde religiosa polaca, fue elegida por Jesús para ser la mensajera de su divina misericordia. A través de sus visiones y escritos, plasmados en el «Diario de Santa Faustina», Jesús reveló la importancia de confiar en su misericordia y de proclamarla al mundo.

Las Letanías a la Divina Misericordia son parte de este legado espiritual. Inspiradas en las enseñanzas de Santa Faustina, estas letanías no solo son una oración, sino también una forma de vivir la misericordia en nuestro día a día, siendo instrumentos de amor, perdón y reconciliación en nuestro entorno.

La Misericordia como camino de vida

Rezar las Letanías a la Divina Misericordia es solo el primer paso. Jesús nos invita a vivir la misericordia en nuestras acciones diarias, siendo compasivos con los demás y llevando su amor a quienes más lo necesitan. Esto significa perdonar, ayudar, consolar y ser un reflejo de la misericordia divina en un mundo que a menudo carece de amor y esperanza.

Al hacer de la misericordia un estilo de vida, no solo transformamos nuestro entorno, sino que también crecemos espiritualmente, acercándonos más al corazón de Dios.

Conclusión: un canto al amor infinito

Las Letanías a la Divina Misericordia son una oración que toca lo más profundo de nuestro ser, recordándonos que estamos siempre bajo el cuidado amoroso de Dios. Al rezarlas, encontramos consuelo, fuerza y esperanza, sabiendo que su misericordia nunca nos abandona.

Que estas letanías nos inspiren a confiar plenamente en Dios, a vivir su misericordia cada día y a proclamar su amor al mundo entero. En su misericordia infinita, encontramos la paz y la alegría que solo Él puede ofrecer.

Letanía a la Divina Misericordia:

Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad

Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad

Señor, ten piedad
Cristo, óyenos

Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos

Cristo, escúchanos

Dios, Padre celestial
Ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo
Ten piedad de nosotros
Dios Espíritu Santo
Ten piedad de nosotros
Santa Trinidad, un solo Dios
Ten piedad de nosotros

Misericordia Divina, supremo atributo de Dios
En ti confiamos
Misericordia Divina, insondable amor del Santificador

En ti confiamos
Misericordia Divina, misterio incomprensible de la Santa Trinidad

En ti confiamos
Misericordia Divina, expresión del máximo poder de Dios

En ti confiamos
Misericordia Divina, en la creación de los espíritus celestiales

En ti confiamos
Misericordia Divina, que de la nada nos llamó a la existencia

En ti confiamos
Misericordia Divina, que abarca todo el universo

En ti confiamos
Misericordia Divina, que nos otorga la vida inmortal

En ti confiamos
Misericordia Divina, que nos protege de los castigos merecidos

En ti confiamos
Misericordia Divina, que nos rescata de la miseria del pecado

En ti confiamos
Misericordia Divina, que nos justifica en la Palabra Encarnada

En ti confiamos
Misericordia Divina, que mana de las llagas de Cristo

En ti confiamos
Misericordia Divina, que brota del Sacratísimo Corazón de Jesús

En ti confiamos
Misericordia Divina, que nos da a la Santísima Virgen María como Madre de la Misericordia

En ti confiamos
Misericordia Divina, en la revelación de los misterios de Dios

En ti confiamos
Misericordia Divina, en la institución de la Iglesia universal

En ti confiamos
Misericordia Divina, en la institución de los santos sacramentos

En ti confiamos
Misericordia Divina, ante todo en el sacramento del Bautismo y la Penitencia

En ti confiamos
Misericordia Divina, en el sacramento del Altar y el sacerdocio

En ti confiamos
Misericordia Divina, en llamarnos a la santa fe

En ti confiamos
Misericordia Divina, en la conversión de los pecadores

En ti confiamos
Misericordia Divina, en la santificación de los justos

En ti confiamos
Misericordia Divina, en el perfeccionamiento de los piadosos

En ti confiamos
Misericordia Divina, fuente para los enfermos y los que sufren

En ti confiamos
Misericordia Divina, consuelo para los corazones angustiados

En ti confiamos
Misericordia Divina, esperanza de las almas desesperadas

En ti confiamos
Misericordia Divina, que acompaña a todos siempre y en todas partes

En ti confiamos
Misericordia Divina, que nos adelanta con gracias

En ti confiamos
Misericordia Divina, paz de los agonizantes

En ti confiamos
Misericordia Divina, gozo celestial de las almas salvadas

En ti confiamos
Misericordia Divina, frescor y alivio para las almas del purgatorio

En ti confiamos
Misericordia Divina, corona de todos los santos

En ti confiamos
Misericordia Divina, inagotable fuente de milagros

En ti confiamos

Cordero de Dios que has mostrado la mayor misericordia en la redención del mundo en la cruz
Perdónanos, Señor
Cordero de Dios que te ofreces misericordiosamente por nosotros en cada santa Misa

Escúchanos, Señor
Cordero de Dios que por la insondable misericordia quitas nuestros pecados

Ten piedad de nosotros

La misericordia de Dios por encima de todas sus obras
Por eso alabaremos la misericordia del Señor por siempre.

Oremos
Oh Dios, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros tu mirada bondadosa y aumenta tu misericordia en nosotros, para que nunca, ni siquiera en los momentos más difíciles nos desesperemos, sino que, con confianza, nos sometamos a tu santa voluntad que es la misericordia misma. Por nuestro Señor Jesucristo, Rey de la misericordia que contigo y con el Espíritu Santo nos manifiesta misericordia ahora y por los siglos.
Amén.

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